A la hora prevista salías por una de las
puertas de la Parroquia de San Andrés. Allí esperábamos ansiosos verte mientras
el sol acariciaba tu bello rostro. En tu salida no podía ser de otra forma,
una lluvia de pétalos cubrieron tu divinidad y la de tu Hijo.
Por la estrechez de la calle Daoiz te
abrías camino con un paso valiente pero reposado. Esa callecita angosta nos aportaba la
intimidad que tanto necesitamos contigo y qué mejor marco que estar amparados
por una hilera de naranjos.
Transportados a lo más profundo de
nuestras oraciones seguíamos tus pasos mientras te encaminabas a la Hermandad
de los Panaderos para realizar un solemne saludo. Tras eso seguiste tu camino por la
capital Hispalense con tus fieles y devotos tras tu manto.
Permítanos acercarles a esos momentos a
través de esta galería fotográfica.